miércoles, 4 de noviembre de 2009

Y al partir serán estas mis últimas palabras...

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"No pocas veces ya he dicho adiós; conozco las horas desgarradoras de la despedida..."
El filósofo alemán Friedrich Nietzsche describía de esta manera tan visceral la tristeza que nos invade en el despiadado momento del adiós. La amargura de partir. De separarse de algo que quisieramos mantener junto a nosotros por siempre. Pero "siempre" es una trampa de nuetro vocabulario... "Siempre" es una palabra vacía de signficado... Nada es para siempre.

Y es que este es mi último artículo. Esta es mi despedida. Aquí termina una andadura digital que inicié con mucha ilusión hace apenas dos meses... Ha sido un trayecto corto... Pero lo efímero no está exento de sentimiento y así, he plasmado lo mejor que he sabido mis pasiones, mis deseos, mis anhelos, mis locuras y, por supuesto, mis repulsas, mis odios y mis decepciones. Os he entregado una parte de mi en cada artículo. Os he revelado algunos secretos de mi "yo" más oculto y he descubierto con vosotros algunas facetas de mi personalidad que ni yo mismo sabía que existían... Quizá vosotros me hayáis aportado más a mi, que yo a vosotros... No sé, el caso es que todo lo que empieza, en algún momento, debe terminar... ¡Las malditas leyes de la física carecen de la virtud de la clemencia!

Cuando un proyecto sale mal siempre intentamos buscar mil excusas que focalicen en lo ajeno las responsabilidades de nuestro fracaso... Pero ese nunca ha sido mi estilo... Así que, "mea culpa", no lo he sabido hacer mejor. Ahora debo retirarme de la misma manera que me presenté ante vosotros, con la ilusión y el orgullo de saber que, si más adelante lo vuelvo a intentar, me daréis otra oportunidad.

Por tanto, no me queda nada más que agradecer el tiempo que muchos de vosotros me habéis dedicado, los consejos que algunos me habéis dado y las ideas que me habéis prestado...

En cualquier caso, ni siquiera los finales son para siempre, y los que me conocéis, sabéis que este adiós pronto se tornará en un hasta luego. Mi cabeza ya trabaja en nuevas aventuras que estoy seguro os van a sorprender... Pero esa, por ahora, es otra historia...

Muchas gracias y... Adiós!

Besos y abrazos a todos...

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lunes, 2 de noviembre de 2009

Es triste de pedir, pero más riste es de robar...

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La mala financiación municipal hace que muchos ayuntamientos acaben actuando como promotores, y eso tiene riesgos” -Josep Huguet, conseller de Innovación de la Generalitat-

Puestos a explicar los casos de corrupción en tantos ayuntamientos, grandes y pequeños, de derecha y de izquierda, se suelen señalar dos problemas detrás de las tramas: la financiación municipal, por un lado; y la financiación de los partidos políticos, por otros. Es decir, la búsqueda irregular de fondos por parte de quienes, ayuntamientos y partidos, necesitan más recursos de los que pueden conseguir por vías legales.

De ahí que siempre haya quien, ante los casos de corrupción, reclame un nuevo modelo de financiación municipal o una nueva ley de financiación de los partidos, o las dos cosas a la vez, como una vacuna. Si ayuntamientos y partidos tuvieran vías para asegurarse los ingresos necesarios, dicen, se acabaría la corrupción.

No digo que no haya algo de verdad en el razonamiento, pero a mí me recuerda al clásico lema del mendigo callejero: “triste es pedir, pero más triste es tener que robar”. Ande, deme una ayuda para el presupuesto municipal, unas moneditas para dar de comer a mi partido, que pasamos mucha necesidad. Y como no atendemos su súplica, pues se acaban dando al robo, mediante los que el dinero pillado va tanto a las arcas municipales como a las del partido.

Pero claro, el mendigo, sea alcalde o tesorero, nunca nos cuenta toda la verdad. Por el camino, mientras circulan comisiones, sobrecostes y cajas B para financiación, la tubería pierde agua y los listos se llevan cacho, esos millones que acaban en cuentas suizas o bajo el colchón, y que nada tienen que ver con ninguna financiación más que la propia. Para eso, prefiero al mendigo honrado que pide dinero advirtiendo que se lo va a gastar en vino.

Muchas gracias y... Hasta luego.

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