Andrés Montes... Muchas Gracias.

Ayer noche conocía la noticia... El periodista Andrés Montes había sido encontrado sin vida en su casa. No era posible. ¡Andrés Montes no!.

No me lo podía creer. Tuve que acudir a corroborarlo por Internet y, aunque página tras página confirmaba la desastrosa noticia, no podía dejar de buscar. Era como si, inconscientemente, creyera posible encontrar una página que llevara la contraria a todas las demás.

Cuando por fin pude reaccionar, casi me hecho a llorar. Profesionales como él consiguieron que el oficio del periodismo calara en mi. Nunca pude ser periodista, pero si hubiera conseguido serlo, hubiera querido ser como él. Y no me refiero a igual que él, porque eso es imposible. Andrés Montes era inimitable, era original, era diferente, era divertido, era descarado, era arriesgado, era irreverente, era honesto y, sobretodo, era feliz haciendo lo que hacía. Así que, como decía, no hubiera querido ser igual que él, pero lo hubiera tenido como referente para marcar mi estilo propio y creer en mi trabajo ante viento y marea.

Su archiconocida voz no se volverá a oír... Su peculiar estilo retransmitiendo partidos de la NBA, de baloncesto en general y, más recientemente, de encuentros de fútbol en La Sexta, ya no se volverá a repetir. De hecho, Andrés Montes ya se había despedido de todos nosotros después del último partido del Eurobasket de Polonia en que ya intentó avanzarnos algo de lo que sería su legado: "La vida puede ser maravillosa..." Una de sus grandes frases. Pero no la única. Los que lo seguíamos ya hemos adoptado en nuestro vocabulario muchas de sus coletillas, motes y expresiones más célebres.

Desde ayer, el periodismo entero está de luto. El mundo del fútbol está de luto. Y, por supuesto, tanto el baloncesto nacional como la NBA están de luto. Y es que Andrés Montes no dejaba indiferente a nadie. Cosechó detractores y admiradores a partes iguales. Y es que, es cierto que su estilo y su trabajo no entendía de guiones. Es cierto que sus retransmisiones deportivas no eran convencionales. Es cierto que hasta su forma de vestir estuvo en el punto de mira de sus más críticos opositores. Pero era precisamente eso lo que me gustaba de él. Me gusta la gente que no se amilana ante las críticas y mantiene sus convicciones. Me gusta la gente que propone algo diferente y plantea una alternativa a lo convencional. Me gusta la gente que transmite optimismo y buen rollo. Me gusta la gente apasionada por aquello que ama. Y, sobretodo, me gusta la gente que no tiene más pretensión que arrancar una sonrisa a aquel que le rodea.

Por todo ello... Muchas gracias, Andrés Montes.


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